Escuela Evangélica Metodista Juana Manso

A partir de una idea impulsada por el Pastor Daniel Monti, a cargo de la Iglesia Metodista de La Boca, y con fuerte apoyo de la congregación, se coloca en diciembre de año 1963 la piedra fundamental de la Escuela Evangélica Metodista Juana Manso. Este nombre corresponde a una educadora nacida en 1819, activa militante por el derecho de la mujer a la educación. Una maestra adelantada en su tiempo, directora de la primera escuela mixta en Argentina, y luchadora incansable, fiel a sus ideas innovadoras en una sociedad conservadora, afrontó la soledad y la incomprensión hasta su muerte, ocurrida en 1975. Será por esta razón, que la identidad de la escuela está enlazada con el esfuerzo permanente, con la convicción de nunca bajar los brazos.
Esta institución educativa comenzó a funcionar en marzo de 1964, en un pequeño edificio ubicado en el barrio de Dock Sud y cuenta con los tres niveles de enseñanza: Inicial, Primaria y Secundaria.

A 56 años de la apertura de “Juana Manso”, la meta sigue siendo la misma: brindar más que un espacio educativo, sembrar y cultivar confianza, permitir fijar la realidad a través de la ilusión y demostrar que todo trabajo hecho con Fe y amor da mejores resultados.
El trabajo cotidiano es guiado por el lema que lleva la insignia de la escuela: “CONSTRUYENDO ESPERANZAS”.
Históricamente la educación metodista hizo hincapié en la formación de personas libres. Fiel a la tradición protestante promovió el desarrollo de la conciencia personal. De ahí la importancia que adquirieron en nuestras aulas hasta el momento actual, el diálogo, la reflexión y la discusión de ideas. Se considera que las instituciones educativas metodistas pueden ser proféticas y promotoras de los valores cristianos, ser espacios de humanización y de integración.
Por otro lado, es importante señalar que la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, junto con sus instituciones educativas han gestado y gestan propuestas, proyectos y sueños, que permiten sostener la esperanza en el valor supremo, inalienable de la vida humana y su dignidad. En ese sentido, consolidan la esperanza desde el ámbito específico de la educación, a pesar de los costos humanos y sociales que significa defender la democracia y la justicia.

Nuestra misión está atravesada por la formación de estudiantes capaces de tomar decisiones en libertad a partir de la construcción de herramientas y recursos para el aprendizaje. Nos motiva, nos interpela, nos moviliza la pasión y el amor por la educación, por lo que levantamos esta bandera de manera cotidiana.
Creemos que, en una coyuntura socioeconómica muchas veces injusta, carente de equidad, competitiva, es necesario brindar todo nuestro conocimiento, nuestras experiencias, nuestro profesionalismo en pos de construir actores sociales protagonistas de sus propias vidas.
Historia del Colegio Alberto Schweitzer

El Colegio Alberto Schweitzer abrió sus puertas en agosto de 1962, por iniciativa de laicos y pastores de la congregación local de la Iglesia Metodista Argentina, quienes inspirados en el ministerio de la Iglesia, iniciaron una experiencia educativa con el Jardín de Infantes “Juana Manso” creado para ayudar a niños con grandes necesidades educativas.

Se adoptó el nombre del Doctor Albert Schweitzer para el Colegio porque su vida representaba y representa los ideales éticos y cristianos que se buscaban como referentes para la acción educativa, orientada en los valores del respeto por la vida, de la solidaridad, la cooperación, el esfuerzo, y el sacrificio por los demás.
Evolución del Proyecto Educativo

Desde su fundación, el colegio estuvo siempre preocupado por aquellos alumnos que eran excluidos del sistema de educación común por presentar diversas variaciones en sus modos de aprendizaje. A lo largo de estos años, ha ido formulando diferentes hipótesis y variando su propuesta educativa. La primera expresión escrita de un proyecto educativo destinado a alumnos con “dificultades leves de aprendizaje” se realizó en 1977 y fue presentada a la Dirección de Educación Privada. Allí se expresaba que, en la constitución de cada grupo-clase, se dispondría del 20% de las vacantes para estos alumnos, para quienes se organizó un gabinete psicopedagógico, cuya función era el trabajo concreto con ellos y el apoyo al docente de aula. Con el transcurrir del tiempo, y por la creciente demanda, los porcentajes comenzaron a invertirse. Se trabajó un tiempo con el 40% y luego con el 80%.
Nuestros alumnos lograban cumplir así el circuito de la educación obligatoria que comprendía en aquel entonces el séptimo grado.
A partir de la Ley de Educación Nacional, de 2006, que extiende la obligatoriedad al Nivel Secundario, nuestros marcos conceptuales se enriquecieron, y hoy nos planteamos cómo dar respuesta desde la Educación Común a la diversidad de sujetos que pueblan nuestras escuelas.

En el mes de junio de 2006, el Colegio le presentó a las autoridades educativas provinciales un primer proyecto que marcaba un cambio en la concepción con la que se había trabajado hasta entonces, centrada en las dificultades de aprendizaje de los niños y jóvenes, hacia el trabajo de las potencialidades de cada uno. Este proyecto fue declarado de interés legislativo por la Comisión de Educación de la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia en 2007.
A partir de entonces, hemos avanzado hacia un modelo de escuela inclusiva que facilite el aprendizaje de todos los alumnos en su diversidad, al identificar y minimizar las barreras para el aprendizaje y la participación, y al maximizar los recursos que apoyen ambos procesos.

La nueva formulación de nuestra propuesta se apoya en un modelo social que entiende que las dificultades en el aprendizaje surgen en la interacción entre el individuo y sus contextos; la gente, las políticas, las instituciones, las culturas, y las circunstancias sociales y económicas que afectan sus vidas.
A las notas de identidad mencionadas, sumamos dos líneas de trabajo que le dan fortaleza al proyecto educativo: por un lado, la construcción de vínculos afectivos entre pares, y entre docentes y alumnos, que se sitúan como sostén de las experiencias de aprendizaje, y por otro, el protagonismo de los alumnos en dichas experiencias, lo que se logra a través diversos proyectos, entre los que mencionamos, Educación Solidaria, Feria de Logros y el centro de estudiantes.
